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Juventud Revolucionaria

martes, 8 de noviembre de 2016

Sobre las Elecciones del 2016 de los Estados Unidos


El dia de hoy el pueblo de los Estados Unidos de Norteamérica va a votar  al nuevo presidente de la mayor potencia imperialista mundial del último siglo. Nuevamente en la democracia liberal-burguesa de los Estados Unidos, las opciones se reducen a dos a pesar de existir casi 5 partidos en ese país con candidato propio, pero dentro del bipartidismo esto se omite para favorecer a los partidos mayoritarios siendo en el caso del este país los partidos Demócrata y Republicano, que en estas elecciones han nominado han nominado respectivamente para la presidencia a la exsecretaria de estado Hillary Clinton y al magnate Donald Trump, cada uno con uno con una óptica capitalista e imperialista pero mostrando con su demagogia y propaganda posiciones diferentes.

Por un lado se encuentra la ex primera dama Hillary Clinton, demócrata antes perteneciente al Partido Republicano, esposa del expresidente Bill Clinton, quien es uno de los «presidentes más aclamados y aprobados por la ciudadanía» (Quién.NET) a pesar de sufrir un superávit de quinientos sesenta mil millones de dólares y de los escándalos sexuales. Mientras Hillary como secretaria ha recibido el problema de su correo electrónico privado donde puso información considerada secreta lo cual ha sido investigado por el FBI llegando recientemente a absolverla nuevamente (Bassets, 2016), pero su investigación ya ha causado daños a la campaña de Clinton propiciando la de Trump.

Mientras tanto Donald Trump, representante del lado más conservador de la burguesía aunque antes estuvo con el Partido Demócrata, ha hecho durante su campaña un discurso xenófobo en ciertos momentos intento suavizarlo para poder obtener una mayor cantidad de voto de los latinos, lo cual no ha conseguido, lo que sí ha conseguido el apoyo de la extrema derecha armada quienes se disponen a iniciar un revuelta en caso de la derrota de Donald Trump (Redacción Internacional, 2016) , por lo cual ahora no es solo el odio a los migrantes lo que alienta la llegada de Trump a la Casa Blanca, sino también el miedo de una guerra interna.


Los candidatos del bipartidismo yanqui han proyectado en sus discurso un cambio dentro de la política exterior, algo que recuerda a la antigua política aislacionista ,con la cual se abogaba a que los Estados Unidos se mantenga « [...] a distancia de las querellas europeas, evitar “alianzas permanentes con cualquier parte del mundo exterior” y seguir una política esencialmente defensiva»  (Lluís Uría, 2016), pero esta política fue desapareciendo tras el paso de los años llegando a su definitivo fin con la Segunda Guerra Mundial iniciando una política totalmente intervencionista que ha causada que en 239 años de existencia del país haya estado 222 en guerra y con un gasto militar que empequeñece a la de los demás países (Federación Republicanos, 2016). ¿Sera posible que Trump o Clinton, representantes de los partidos que siempre han gobernado en los Estados Unidos generen un cambio en ese país?

La respuesta es evidentemente no, a pesar de la forma en las que han presentado sus candidaturas estas dos caras de la misma moneda las cuales se turnan el poder entre si, la palabra “cambio” no es más que una demagogia, que busca dentro busca, junto a una propaganda que eleva las cualidades positivas del candidato a la vez que desacredita al contrincante, atraer a los votantes diciéndoles lo que quieren. Esta farsa del cambio en la política exterior, es solo eso porque los dos candidatos se encuentran interesados en mantener con la política injerencista el poderío de la burguesía estadounidense sobre el resto del globo y como dijo Stephen M. Walt « […] habrá principalmente palabras y no mucha acción».

Lo que sí causaran las próximas elecciones estadounidense será la muestra de la decepción ante años de vida entre políticas neoliberales y reformistas que han llevado a las clases trabajadoras de ese país a sobrellevar la creciente deuda nacional con la posibilidad de entrar en recesión dentro de próximo año (RT Noticias, 2016).  Esto ha generado una situación revolucionaria, la cual no puede ser aprovechada por los comunistas debido a la propaganda anticomunista hecha por la burguesía que ha puesto al socialismo como el enemigo de la libertad y la democracia, siendo así que el anticomunismo se ha enraizado al patriotismo yanqui, ese que envía a los ciudadanos estadounidense a morir por los intereses de la burguesía. Ni los socialdemócratas han podido librase de esto, tanto que Bernie Sanders no pudo obtener la nominación demócrata.  ¿Entonces si los marxistas-leninistas no podemos utilizar esta situación para llevar a los Estados Unidos la democracia popular, quién la puede aprovechar?

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El Partido Nazi de los Estados Unidos en una manifestación
La respuesta está en el fascismo. No es la primera vez que los capitalistas han llevado a la desgracia al pueblo y ya habían generado una propaganda anticomunista. En la Alemania del periodo entreguerras también sucedió con el Tratado de Versalles y la Crisis de 1929, Hitler ascendió al poder gracias a la decepción del pueblo a los partidos tradicionales. En los Estados Unidos, Donald Trump ha intentado buscar ese logro recibiendo el apoyo del fascismo yanqui, lo cual nos muestra un futuro oscuro para los Estados Unidos en los dos casos.
«Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males, el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales. En una economía así, los medios de producción son poseídos por la sociedad y utilizados de una forma planificada.» (Einstein, 1949)
Los estadounidenses no lograran ningún cambio positivo sino entienden que la única solución aquellos problemas que sufren en su país, las contradicciones del capitalismo solo se pueden solucionar mediante la instauración del socialismo. Ellos deben olvidar la cohesión ideológica anticomunista para poder avanzar hacia la sociedad de la igualdad que es la una que puede acabar con los males que aquejan a la sociedad bajo el yugo capitalismo. Hay que decidir no entre demócratas y republicanos, que ellos son los mismo sino entre entre socialismo o barbarie.

Bibliografía


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