Juventud Revolucionaria

sábado, 11 de enero de 2020

Taiwán: Entre China y Estados Unidos



Era el 1 de octubre de 1949 se instaura la República Popular de China tras ser derrotado el régimen del Kuomintang (KMT). Para el 7 de diciembre cae la última capital del régimen KMT en el continente llevando a los nacionalistas chinos a Taipéi en la isla de Taiwán.

Tres años antes, en 1947, en ese territorio anteriormente ocupado por España, Portugal, Holanda, China y Japón entre los siglos XVII y XX comenzó existir un movimiento independentista frente a la retirada japonesa provocada por su derrota en la Segunda Guerra Mundial y la entrega de la isla de facto a la Republica de China por los Estados Unidos. En el exilio del KMT en Taiwán, el régimen nacionalista instauro su autoritarismo en la isla a razón con el objetivo principal de erradicar cualquier simpatía comunista en el territorio taiwanés, último fortín de la “democracia burguesa” china, igualmente el independentismo taiwanés fue perseguido al desconocer que Taiwán es China y su gobierno es el de China. La dictadura llevará al encarcelamiento de 140 mil isleños, siendo ejecutado como mínimo 4000 de ellos en el llamado “Terror Blanco” que terminó en 1987.

Estados Unidos y las Naciones Unidas (ONU), en el contexto de la Guerra Fría y su anticomunismo, reconocían a la “República de China” dirigida en Chiang Kai-shek era el que tras 6 mandatos continuó proclamándose como el jefe de estado chino hasta su muerte en 1975, en un sistema donde las elecciones del cargo desde el parlamento permitieron mantener la isla atada al régimen del KMT. Pero finalmente esto terminaría con la capitalización de Deng Xiaoping en el llamado “socialismo de mercado” que llevara a que la China de la bandera roja deje de ser considerada una amenaza para los intereses de la burguesía internacional y sea reconocida por Estados Unidos y la ONU. 

Expulsados de la ONU y con los Estados Unidos solo llamándolo como gobierno de algo, el modelo unipartidista terminara en 1989 cuando el hijo del dictador, Ching-kuo, dio paso a la humanización del régimen. Con 21 escaños el legalizado Partido Progresista Democrático (PPD) llegaba al Yuan Legislativo y daba inicio a un bipartidismo con el KMT, partido que saldrá del poder por primera vez en el 2000, en la segunda vez que los taiwaneses eligieron a su presidente de forma directa. El KMT, producto de su división al surgir una facción taiwanesa, quedo en la oposición como líder de la Alianza Pan-azul contraria a la idea de no ser China, mientras que los Pan-verde serian liderados por el PPD.

El gobierno del PPD liderado por Chen Shui-bian abandonara la reclamación de gobierno sobre la China continental, pero no dará paso a algún cambio mas al mantener el nombre de “Republica de China” sin reconocerse legalmente la identidad taiwanesa del estado, en una situación de conflicto con el KMT y la ahora potencia social-imperialista, contrarias a que se resuelva la independencia de la isla.

Pese a su reelección en 2004, no llegaría a conseguir la mayoría absoluta por lo cual Chen decidirá renunciar a la presidencia de su partido más no a la del país. Sera en 2006 cuando su imagen decline al ser ensuciada por la corrupción de su esposa y yerno llevando a que de a poco dejar su poder y su partido pierda las siguientes elecciones en medio de la inestabilidad interna que sufría el partido gobernante.

El KMT regresa al poder en 2008 de la mano de Ma Ying-jeou, exalcalde de Taipéi acusado por corrupción y criticado por ambientalistas. En sus primeros 6 meses de gobierno existían un total de 2mil empresas quebraron, por lo cual comenzó a aplicar medidas favorables para el empresarial con 5.6  mil millones de dólares destinados a infraestructura  e incentivos económicos a pequeñas empresas junto con los recortes en los impuestos. En derechos humanos el que en campaña se lanzaba con la China revisionista los hechos de la masacre de Tiamnen, ahora comenzaba a reunirse con los gobernantes de la República Popular de China. Esta relación llevaba a acuerdos comerciales que terminarían significando la integración de Taiwán a la esfera de influencia del imperialismo chino por lo cual el Movimiento de Estudiantes Girasol surgió en el 2014.

LA salida del KMT llevará la demócrata progresista Tsai Ing-wen al poder tras denunciar las medias del KMT que perjudicaban la soberanía taiwanesa. En el poder continuó con una discurso pro-independentista más radical al utilizado por el gobierno previo del PPD con el emprendimiento de medidas que incluyeron el reconocimiento de los idiomas isleños  y una política exterior que limite el campo de juego a la R.P. de China con su acercamiento a Japón y Estados Unidos, entendiendo que el poder chino como potencia imperialista vuelve a ser amenaza para los intereses del imperialismo yanqui. A su vez que se introdujeron reformas sobre las pensiones que aumentaron la edad de jubilación a 60 años y reformas laborales donde se implanto 40 horas laborales en 5 días de trabajo pero también se redujeron los feriados.

Y así llegamos a las elecciones de hoy donde gracias a su política independentista y socialdemócrata Tsai tendrá la oportunidad de ganar nuevamente las elecciones, mas la presión del imperio de Xi Jinping, disgustado por la posición pro-yanqui de Tsai. El imperialismo chino ha contribuido por ello a dejar a la isla solo con 15 aliados, afectar el turismo y ejercer presión militar. Política poco fructífera por la importancia económica que ya tiene Taiwan y el respaldo total de la aún potencia hegemónica, los Estados Unidos, lo que ha salvado a la presidenta Tsai de cualquier desprestigio.

El imperialismo estadounidense ve con alegría este escenario donde con Japón y Surcorea a su lado pueden crear un “collar de perlas” que bloquee a los puertos de China y tener otro país que sea un agujero en el sino-dominio de Asia. China mientras desea tener a Taiwán controlada por lo menos como Hong Kong con un gobierno títere sin el favor de pueblo. En esta lucha interimperialista, la autodeterminación de los pueblos resulta favorable al yanqui, lo que no le quita legitimidad, pero tampoco ellos los revolucionarios tendremos que rehusarnos a criticar a cualquiera de estos sectores capitalistas que sostienen bajo la cortina de “ser o no ser China" pues esa no es al final la cuestión.

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