Ya
estamos a un año de los hechos del referéndum (RUI) y de la declaración
unilateral de independencia (DUI) de Cataluña, donde Carles Puigdemont había
proclamado la República Catalana, a la vez que el estado español mostró su carácter
fascista para impedir cualquier secesionismo en la ''nación española''. Ahora
con Puigdemont en el exilio, un Parlamento catalán que está técnicamente fuera
de funciones y una República inexistente; cabe preguntarse ¿qué ha pasado en este
país?
Cataluña
es una nación de España que ha tendido a convertirse en una de las zonas más evolucionada
política e industrialmente dentro del estado. Económicamente ha sido uno de los
primeros territorios de España en entrar en las formas de producción
industriales, por tal hecho varias sedes principales de algunas empresas dentro
de España se encuentran en Barcelona y no en Madrid.
La
parte de la evolución política se encuentra en el hecho que la democracia
burguesa se halla más constituida frente al resto del estado español fuertemente
conectado a vieja estructuras feudales como son la monarquía, que han sido
preservadas por el fascismo y que ha mantenido cierto poder político a diferencia
de “otras” monarquías constitucionales. La evolución política catalana también
aparece en la constante actitud desafiante al estado español llegando a
pretender constituir 5 veces una república propia, esto gracias a una relativamente
fuerte educación e interés en la política. Estos hechos propiciaron que
Cataluña fuese uno de los últimos espacios de la II República Española al igual
que propicio la ira de Francisco Franco, quien reprimirá instituciones y la
lengua catalana para erradicar sentimientos y pensamientos opuestos a los de él.
Todo
esto es casi suficiente para que se impulse una revolución democrático-burguesa
y quizás hasta llegar a una revolución socialista. Sin embargo, hay un problema
para llegar a romper con el régimen del 78, y este es el pacifismo de la ciudadanía
y los dirigentes catalanes con el cual se han pretendido oponer a toda la violencia y
autoritarismo del régimen español.
En
toda revolución se ha necesitado la violencia para buscar llegar al triunfo de esta,
pues a pesar de venir con los sentimientos más democráticos y pacifistas; la reacción
vendrá con todas sus fuerzas, incluyendo las armas, a acabar con la revolución.
- Véase También: Independencia de Guayaquil: La Primera Victoria de la Revolución Democrático-Burguesa en Ecuador
En
el caso particular de la contrarrevolución española, esta no se quedó quieta cuando en América frente a los movimientos independentistas que lideraron personas como Simón
Bolívar, José San Martín y José Joaquín de Olmedo; aquellos que formarían repúblicas
democrático-burguesas en Hispanoamérica. Tampoco se quedó quieto el absolutista Fernando VII
ante el surgimiento de la rebelión de Rafael del Riego y la monarquía
constitucional puesta acorde a lo dictado en Cádiz, esto sin importar que mantenía
la jefatura del estado. Igualmente, no se permitió la continuidad de la II República
dando inicio a una guerra civil apoyándose de reaccionarios como Hitler y
Mussolini.
Esto
es una muestra de que la revolución no se puede realizar de forma pacifista, y
la proclamación de una república en un estado monárquico y contrario a la autodeterminación
de los pueblos que lo integran es definitivamente algo que puede considerarse revolucionario. Por ese hecho
es lógico que iba a existir actos violentos perpetrados por las fuerzas del
estado.
El
gobierno catalán de Puigdemont ha indicado que esperaban dialogar con el estado
español, sin embargo, esto es imposible ante la actitud fascista del estado
español, que mantiene instituciones como la monarquía a ordenes del dictador
Francisco Franco, que ha mantenido poca transparencia y carácter democrático, y
que además ha mostrado su ambición de mantener bajo su control un territorio económicamente
fuerte.
Creando
dependencia hacia el resto de los países del mundo, Puigdemont busco que con el
reconocimiento de los países del mundo a la república esta se haga efectiva,
pero ningún estado soberano reconoció a la república. Dentro de la misma línea esta
la mediación de la Unión Europea, la cual tampoco ha llegado a existir. Esta
inexistencia de una ayuda internacional, ni tan solo de las mayores democracias
burguesas del mundo, está en el hecho que todos los países son estados
capitalistas y cada uno piensa en sus intereses económicos y políticos y no en
el bien de los países o en lo moralmente correcto a la hora de tomar una decisión.
- Véase También: La Doctrina Monroe: De Aislacionismo a Imperialismo
Ni
tan solo la Doctrina Monroe original ayuda a Cataluña, debido a que solo
defiende a las democracias burguesas de América, debido al interés particular
de los Estados Unidos, no precisamente por defender la libertad del resto de
estados americanos. En el caso de Venezuela, Maduro presento su apoyo al independentismo
para mostrarse como un “defensor de la democracia”, ocultando su rostro
fascista denunciando el fascismo de Rajoy, pero no reconociendo a Cataluña como
un estado soberano. Para la burguesía internacional no existe mucho interés
sobre la independencia catalana, así como tampoco existe interés de esta de
romper con el actual régimen español.
Pero
quizás de todo esto el mayor problema para el independentismo catalán fueron
los dirigentes de esta, que como representantes de la burguesía estaban
interesados en sus propias ambiciones de ocultar los problemas de corrupción de
la vieja Convergencia Democrática (CDC), partido al que pertenecía Puigdemont, a
la vez que también aumentar el poder económico y político de la Generalitat de
Catalunya, en donde existe cierto déficit ante el sistema de repartición de los
capitales hecho desde el gobierno central de España.
Estos
dirigentes no han sido eficientes a la hora de constituir la República Catalana,
teniendo titubeos a la hora de independizar la nación esperando que al final el
gobierno central les de acceso a una mayor cantidad de capitales, pues
provienen de la misma línea de Jordi Pujol, líder del CDC quien coopero en la formación
de los gobiernos centrales del Reino de España. Eso significa que este grupo de
políticos estuvo cómodo en algún momento dentro del régimen del 78 y su
independentismo ha surgido de un mero interés económico que se esperaba
contentar con la proclamación de la república, que solo sería utilizada como
una amenaza, mas no como algo efectivo.
Esto
de una “dirigencia para la revolución” muy integrada dentro de sistema a abolirse
es a causa de que en la actualidad el sistema económico que domina es el
capitalismo, que, a pesar de no estar en su estado natural en España, una
fuerte democracia, esta existiendo dentro de la estructura semi-feudal. A su
vez hay que recordar que la era de las revoluciones burguesas fue en el siglo XIX,
donde los revolucionarios españoles terminaron siendo derrotados ya sea por el
accionar extranjero y por el error de confiarse de los viejos poderosos o en
los servidores de estos.
Realmente
llamar revolución al independentismo catalán es un término que puede quedar demasiado grande debido a la
falta de una fuerte contestación a los reaccionarios ante la violencia de estos,
así como también los titubeos de los grupos dirigentes que forma parte del régimen
con el cual se va a romper.
La República
Catalana se hará efectiva solo con el actuar de las personas interesadas en
esta sin importar factores externos y actuando con toda la fuerza que se tenga
que usar para conseguir esa meta, siendo firme al momento de proclamarla.
Puigdemont
y compañía no han sido capaces de dirigirse firmemente contra el régimen del 78,
a la vez Cataluña pide un cambio político efectivo que solucione los problemas
de la nación, algo que se lograra con gente decidida y que entienda el papel de
las armas para romper con el régimen. Con ello Cataluña podría alzarse en una revolución
que puede llegar hasta a ser socialista.
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