Durante gran parte de su periodo, el gobierno de Emmanuel Macron ha estado causando protestas debido a una política que sigue siendo la misma de siempre dentro de la Europa neoliberal. Pese a haberse presentado como un candidato de centro, una persona nueva en la política, el régimen del exministro de Economía de Manuel Valls y François Hollande, ha sido igual de antipopular como las anteriores administraciones.
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Por eso, nuevamente tenemos a Emmanuel Macron enfrentándose contra Marine Le Pen en segunda vuelta de las elecciones francesas. La impopularidad de Macron se muestra en la cantidad de votos conseguidos por el fascismo y el progresismo, a la vez que ha sido menor la participación que en el 2017, pasando de 77% al 73% de la población.
Es lo conseguido por Emanuel Macron en sus cinco años de represión, imperialismo y neoliberalismo. El alza de los impuestos sobre los combustibles llevó en 2018 al surgimiento de los “chalecos amarillos”, alimentándose de reclamos contra la pérdida del poder adquisitivo, el aumento de la edad de jubilación y el abandono de las zonas rurales.
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Su respuesta a los reclamos se puede ver con el Caso Benalla donde el mismo jefe de seguridad de Macron se disfrazó de policía para golpear manifestantes el 1 de mayo de 2018, demostrando de que gente se rodea el presidente Macron. En una rápida búsqueda se nota que como mínimo una decena puede ver cifras de más de 90 detenidos y varios heridos se registran con cada protesta que ha existido en su mandato.
Mientras, los empresarios, como los más “afectados” por la pandemia global, se les dona miles de millones a cambio de asumir “compromisos medioambientales”, que ni siquiera se cumplen entre las naciones. Esto en un país donde el desempleo ronda el 7%, existen 2,1 millones las personas que reciben la Renta Activa Solidaria (RSA), por no tener recursos suficientes para cuidar de ellos y sus familias, y 380.400 personas que reciben la Asignación Solidaria Específica (ASS) por no haber obtenido empleo desde hace algún tiempo.
En una Europa sin Merkel, busca ser la cara visible de la Unión Europea, siguiendo las ambiciones del imperialismo francés, conversa con Putin sin conseguir impedir la guerra o detenerla. Intervenir en el Sahel o alienta un Golpe de Estado militar en Burkina Faso, son algunas de las medidas que se siguen tomando para mantener la influencia francesa, donde ven a Rusia y China amenazas a su dominio sobre las viejas colonias, que siguen teniendo una serie de monedas llamadas franco en curso pese a que ya no existe el original franco.
Protesta de estudiantes que llamando al “Ni, Ni”, Ni Macron Ni Le Pen, muestran el rechazó a cinco años de gobierno de Macron y a las propuestas reaccionarias que radicalizan lo que ya Macron ha cultivado. Pero pese a esto reformistas, grupos socialdemócratas, asi como una derecha autodefinida como democrática llama a votar a Macron en un “Frente Republicano” contra la extrema derecha, mientras en toda Europa los gobiernos, incluido el francés, aprovechan la rusofobia para criminalizar al comunismo.
Francia es una potencia imperialista, forma parte de la Unión Europea, la unión de países imperialista con el fin de tener un mercado más grande donde vender los productos de los grandes monopolios, y de la OTAN, desde donde interviene en distintos países de África y Asia con el fin de controlar sus recursos y someterlos. Su gobierno habla de derechos humanos, pero da paso a la restricción de entrada de migrantes, aumenta la represión e incentiva la guerra, poco o nada de diferente a la ultraderecha. Mañana no se elige entre democracia y fascismo, sino entre dos modelos de política imperialista en donde el pueblo no sale beneficiado y su situación va a empeorar.
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